SUBIR A POR AIRE

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Cuando se habla de George Orwell indefectiblemente acuden a la mente del lector dos nombres: 1984 y Rebelión en la granja, sin mbargo, los ensayos, artículos periodísticos y otras novelas del escritor británico son generalmente desconocidos para el gran público. Subir a por aire (Coming up for air, 1936) nos introduce en la vida de George Bowling, inspector de seguros en La Salamandra Volante, hombre melancólico, pesimista, inseguro, con una mujer obsesionada con los gastos, dos hijos, cuarenta y cinco años, una vivienda en un suburbio inglés y una vida bastante gris y monótona: "soy una especie de vaina vacía". Ante esta vida el protagonista siente la necesidad de subir a por aire -como las tortugas-, de escapar, sin saber que el pequeño y apacible pueblo ha sido devorado por la modernidad y se ha convertido en una ciudad industrial.

Sin perder el humor que caracteriza sus narraciones, Orwell nos ofrece una novela con cambios de tono narrativo según las sensaciones del protagonista, donde el desengaño y la decepción son brutales desde el punto de vista de los sentimientos. La sensación de falta de libertad y la vuelta a un pasado más feliz, la melancolía o la añoranza de otros valores más comprometidos con el hombre se muestran en todo su explendor, dentro de un escenario en el que la disuloción de una vida y unas costumbres tapona la última vía de escape que le queda al protagonista para escapar de su rutina.

Ideas acerca de la inutilidad de la guerra, la inexistencia de héroes, la falta de conciencia en la sociedad sobre el avance del totalitarismo- aspecto recurrente en la obra orwelliana-, o sobre la importancia de la evasión del absurdo, se mezclan con los negativos efectos que provienen de la total recurencia a la tradición y del abandono -inevitable en ocasiones- de algo que funciona.